En el mundo de las queen bee, no sé por qué me sentía incómodo.
En el mundo de las queer bees también me siento extraño.
En el mundo de las queen beers…. Me siento asqueado y amargo.
En el mundo de las queen bears no termino de encajar.
En el mundo de las queer bears tampoco me siento cómplice…
En el mundo, a penas me siento.
En lo etéreo tampoco me siento identificado, lo hetero, me parece algo impuesto y repetitivo, lo estéreo sin duda es lo mejor… aunque ningún estilo me define ni me representa.
En el mundo del goth, me siento demasiado adulto
En el mundo del ciber goth, me siento como un Windows 95 inmerso en el siglo XXI, obsoleto…
En el mundo del emo, me siento demasiado siniestro.
En el mundo del screamo, me siento poco sufridor como para gritar tanto.
En el mundo del heavy, me siento más plastilina que metal.
En el mundo del “Nu”, me siento un no.
En el mundo del industrial, me siento demasiado poco comercial o demasiado comercial según me encuentre.
En el mundo del pop, no me siento pop, si no más bien bullyed.
En el mundo de la electrónica, me siento más clásico.
En el mundo clásico, entre orgía y ciencia, filosofía y parafilia, añoro la electrónica.
En el mundo del folk, me siento más folclórico.
En el mundo del folclore, me siento más country.
En el mundo del country, me siento poco western.
Y en el mundo del western, me siento medieval.
En el mundo medieval, por más que me atrae, sigo sin encontrar la magia.
En el mundo de la magia, es cuando me despierto, y me doy cuenta de que todo es producto de un sueño, producto de mi imaginación.
Pero sigo sin sentirme parte del mundo.
Sólo me he sentido capaz de creer en la magia en pocas situaciones.
Pero querido mundo, querido ser mundano que me lees… no creo que te importe mi vida. No le importa a nadie salvo a dos como mucho tres individuos.
La pregunta es ¿Cuándo dejaré de ser mundano? ¿Cuándo dejará todo de serlo? ¿tendrán los mayas razón?
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