domingo, 21 de agosto de 2011

capítulo II - la Ira

amar implica no tener que decir nunca lo siento

sonó el despertador, el ruido metálico de su mecanismo invadió la sala, inundó cada uno de los oídos presentes en la habitación. un monstruo con sed de sangre se despertaba arremolinándose entre las sábanas, mientras una santa se disponía a ser devorada por la fiera, en el circo matrimonial de clase media en el que habitaban. bostezos. hematomas parásitos que se reproducían por todo el cuerpo de su propietaria quebrando cada uno de sus huesos de retorcidas maneras. sierpes de carne dispuestas a oprimirla hasta asfixiarla. cadenas de metal dispuestas a atarla y latigos de piel, hechos tras descuartizarla llenaban de sangre toda su habitación, cada vez que su marido, músico experimentado, plañía sus músculos, sus vértebras y sus costillas en un allegro fúnebre de gritos. ella era su instrumento de percusión preferido, era la única capaz de recordarle mediante su sacrificio, que mandaba en algo, era el alfarero de su anatomía dispuesto a esculpirla como barro, a escupirla para apagar el patetismo que le consumía y a contonearse mientras la cabalgaba en un coito animal y egoísta de escasos cinco minutos.
-eres frágil, no vales nada, eres una mierda... decía a su pelota de fútbol favorita, a la que podía patear todas las veces que quería...
lo que una vez fue amor, se tornó amargura, tortura y horror. ponerse guapa, arreglarse y maquillarse implica ser una puta, una zorra, una furcia, una ramera, una mal nacida. tener amigas era algo sumamente asqueroso. ir a ver a su familia estaba prohibido.
- estás podrida, nunca me has sabido dar hijos, zorra mal nacida.
de tantas cicatrices, moratones, contusiones y fracturas, desarrolló una armadura de ateísmo en una religión masoquista. un exoesqueleto de la aleación más dura en forma de alas de mariposa. la ninfa frágil se volvió gorgona. la lima de uñas guillotina. el pintalabios, láser... y la cocinera experta, evisceradora clandestina....
la cocina se volvió su laboratorio, el raticida su ingrediente favorito, y la bañera, un baño maría donde hacer rico picadillo.
un día se le ocurrió echar sedantes en la comida, maniatar y amordazar, y devolver cada uno de los golpes, cada uno de los chasquidos, cada escala de bemoles, y cada orgía de sostenidos. jugó con tijeras, alfileres y agujas, cuchillos de cocina y hasta con una motosierra. la venganza es un plato que dicen que se sirve mejor frío, pero la sangría que había preparado estaba caliente, al igual que la sangre derramada.
nunca trates de destruir a algo que sabes que te supera en cada uno de tus aspectos, te aplastará tarde o temprano.

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