viernes, 10 de diciembre de 2010

capitulo I - la lujuria


El manto negro mortecino de humo, cubría a las marionetas del arcoiris, acariciaba sus cuerpos como queriendo darles cuerda, el escarlata y el carmesí cubrían sus partes, sus piezas, sus cenizas, sus trizas…

Un niño egoísta había estado jugando con indios, con vaqueros, policías, marineros,… un príncipe egocéntrico, una reina lasciva, infiel a su corona, desleal a su patria, abría los ojos, humedecía el carmín con sus lágrimas…
Oía quejidos, alaridos, llantos, bramidos, similares a los que conocía, aunque esta vez la orgía era de carnaza…

Unas víctimas más de la ira, de la envidia, de la soberbia… alimentaban los cimientos de una discoteca con sus entrañas


CAPÍTULO I - LA LUJURIA

“la belleza que atrae,es la belleza que se pudre, no la que enamora”

La emperatriz terminó de abrir los ojos, de reanimar sus párpados, pero lo que vió petrificó sus pupilas, la dejó paralizada, una bacanal de sangre cubría todo, un remolino mutilador había estallado…

No se sabía si había explotado la caja de Pandora o Pandora, si se habían liberado demonios, pecados,… o vísceras…

Alguien había convocado una tormenta, sedienta de huesos y hambrienta de muertes… pero esta vez, no fue la curiosidad quien la convocó sino, lo más similar a un ángel… ángel que en la explosión fue degollado por su propia aureola, violado por su propio halo, su pluma o sus plumas fueron la causa de su inmolación, de la ejecución de inocentes y lo triste, es que el verdugo, cometía el mismo pecado.

…tiembla Sodoma, llora Gomorra el ángel de la muerte os ha sentenciado…

Poco a poco, la emperatriz vio su ego, su autoestima rota, paso de ser una princesa que portaba una tiara, a ser una meretriz que portaba una ETS.. mientras recuperaba la sensibilidad, el hálito… se percató de lo que cubría su cuerpo, de que su ficha, la reina, había sufrido una amnistía… su vida persistía, porque aquel chico, aquel peón, había sido su coraza, su escudo… le había arropado con su cuerpo mientras le acariciaban las llamas y le lamían la piel los cristales… aquel chico, que conocía de vista, con el que nunca había hablado, que siempre le sonreía y que él ignoraba, se había sacrificado por él… ¿estaría vivo pensó? Fue entonces cuando empezó a gritar, a desgañitarse para pedir auxilio, cuando su siringe comenzó a entonar un réquiem…

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