siempre he encontrado sensual, hipnótico y puramente atractivo el saber manejar las cuerdas de las situaciones, de las relaciones, saber punzar las cuerdas de los instrumentos, colgar pesos variables en cuerdas, crear poleas, yo-yós, ahorcar problemas, atravesar tempestades aislando de la electricidad exterior y protegiendo la chispa preciada que porta. LAS CUERDAS.
Cuerdas de determinismo, cuerdas de amor, cuerdas de pasión, o las cuerdas de la cordura, que te hacen cuerdo. Las cuerdas nerviosas, que controlan tus impulsos, tus sensaciones, tus acciones, tus erecciones, tus visiones, audiciones, colores y sabores...
no sé si será tal la razón de mi fascinación por las morias, cloto, láquesis y atropos; mi fascinación por los alfileres, las tijeras, las colecciones de dedales y las lady alfileteros, por los eduardos manostijeras, los scissors sisters, el punto de cruz, la crucifixión de los puntos, los ahorcados y el petit poi, la sutura y los bordados. Creo que todo se reduce a las cuerdas, nudos variables de bases púricas y pirimidínas en cuerdas de adn, hebras, telares... la teoría de las supercuerdas, las cuerdas arácnidas, las telarañas; las cuerdas de la fidelidad, el tejar de Penélope... por eso ser titiritero debe ser algo difícil, eternamente sutil y profundo, como el erebo.
Ahora bien, siempre hay una cruz de madera en las marionetas, por eso me gustan mas los muñecos de voodoo y los títeres de trapo, las doña rojelias y sucedaneos... No dejes que una cruz mueva tus cuerdas, las cuerdas, las órbitas... que sean tus manos, las que mezan, tensen o corten, degollen o asfixien, enreden o abrigen, por la asociación, disociación o aquelarres de las mismas.
CUERDAS.
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